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Foto del escritorGaëtan Sauvé

Los retos de la vida: ¿bendición o maldición?

Actualizado: 5 nov 2021

He publicado esta cita en Facebook:



Dos de mis amigos dijeron: "Si es una bendición, ¿ya no tienes que tomarlo como un reto?


En primer lugar, Carlos Castaneda es un autor controvertido que ha escrito una docena de libros sobre chamanismo. Uno de los temas de sus libros es el guerrero, más concretamente el "guerrero del conocimiento". Distingue entre el guerrero que ha adquirido conocimientos y el "hombre corriente" que carece de ellos.

Sobre el "desafío", Carlos Castaneda escribió: "Sólo como guerrero se puede soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un reto interminable, y los retos no pueden ser ni buenos ni malos. Los retos son simplemente retos.


Según esta cita, el hombre corriente está atrapado en la polaridad yin-yang, piensa que lo que es negativo es "negativo" y lo que es positivo es "positivo". No se le ocurre que lo que es negativo puede ser positivo y lo que es positivo puede ser negativo (como el símbolo Tai Ji del yin yang donde se ve el negro en el blanco y viceversa). Por eso el Guerrero del Conocimiento va más allá de esta "ilusión".


Para responder a tu pregunta, te cuento esta vieja historia china del taoísmo.

En un pueblo, un hombre muy


pobre sólo tenía un caballo. Un día, su caballo desapareció. La gente del pueblo le dijo: "¡Esto es terrible, qué maldición! Sólo tenías un caballo. Seguro que alguien te lo ha robado. El pobre pero muy sabio hombre respondió: "No sé si está bien o mal. Así es la vida".


Quince días después, el caballo que no había sido robado, sino que se había escapado, regresó con una docena de caballos salvajes. La gente del pueblo le dijo: "Tenías razón, viejo, nos equivocamos al hablar de una maldición. En realidad fue una bendición. El sabio respondió: "¡No vuelvas a juzgar! ¿Quién sabe si es una bendición o no?


El anciano tenía un único hijo. Mientras entrenaba a los caballos salvajes, se rompió las dos piernas. Los aldeanos volvieron de nuevo y no pudieron evitar juzgar. "¡Tenías razón, no era una bendición, sino una maldición! ¡Su único hijo tiene las dos piernas rotas! El anciano dijo: "¡Sólo juzgas por las apariencias! Mi hijo se rompió las piernas. Quién sabe si es una maldición o no.


Unas semanas después, el país entró en guerra. Todos los jóvenes fueron enviados al frente, excepto el hijo del anciano. Todo el pueblo lloró y le dijo al anciano. "Tenías razón. Puede que tu hijo se haya roto las piernas, pero se ha quedado contigo... ¡Nuestros hijos se han ido para siempre! El anciano respondió: "No sé si es una bendición o no, ya veremos.


- Gaëtan Sauvé

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